domingo, 4 de agosto de 2013

Obsolescencia programada

En el 2090, el laboratorio Tlomek crea un clon humano: un adulto de 30 años. Pero, por error, le dan la memoria de un hombre del 2010. Al notar el error, deciden deshacerse de él: lo tiran en el basurero de la ciudad y despiden al empleado que causó el problema. Pero este clon despierta, pensando que realmente vivió durante el 2010, sin saber que su memoria fue implantada. No sabe cómo llegó allí; su única pista es un tatuaje en su brazo que dice “Tlomek”. Con cuidado, escapa la seguridad del basurero y es libre en una enorme ciudad que le es desconocida. Empieza a preguntarle a la gente en la calle si sabe que es Tlomek. La mayoría parece repugnada por el simple hecho de la interacción. Los pocos que le dirigen la palabra lo hacen lo hacen con disgusto. Y ninguno parece saber que es esa palabra. Con el tiempo la repetición lo empieza a desesperar. Le agarra hambre. En ningún lado se ve a gente comiendo. No hay restoranes, ni bares, ni quioscos. Le pregunta donde puede encontrar alimento o abrigo a una señora, quien lo ignora. Luego ve que esa señora está hablando con unos policías, señalándolo. Los policías empiezan a caminar en su dirección. Un hombre le agarra la mano y le dice que lo siga. El clon acepta. Entran por una puerta justo al lado de donde estaban. El hombre es quién había creado al clon, pero no lo dice. Este hombre le explica sobre la modernidad, el estado de la civilización. Le comenta que, por un tema de respetar la privacidad individual, la gente ya no tiene actividades al exterior, como comer o juntarse. El afuera es solo un medio para ir de un interior a otro interior. Y la policía no tiene derecho a ingresar a la propiedad privada, sin excepciones. Este hombre dice que se llama John. Y que sabe qué es Tlomek. Pero lo va a ayudar solo a cambio de un favor. John y el clon tienen relaciones. Al día siguiente, John le cuenta la verdad, y, a pesar de que el clon no le cree del todo, se van al laboratorio. Pero está vacío, abandonado. Sin saber qué hacer, vuelven a la casa de Paul, donde tienen charlas filosóficas viendo como cambió el mundo desde el 2010. John le muestra una pistola del 2010 que tiene, como réplica, pero que todavía funciona. Y hablan de cómo cambió la violencia. El clon no acepta su identidad, y le confiesa que prefiere creer que estuvo congelado por 80 años o que viajó en el tiempo, porque si no, no sabría quién es; incluso a pesar de los errores de su vida que le pesan. John le dice que, sea quien sea, tiene la posibilidad de empezar de nuevo, de hacer las cosas bien. Al ver la reacción del clon, John no vuelve a mencionar al laboratorio. En cambio, empieza a educarlo para que pueda integrarse a la nueva sociedad.  Esa noche vuelven a dormir juntos. Todo el día siguiente se la pasan hablando, conociéndose. Hasta que, el clon termina enamorado de John. A la madrugada siguiente, el teléfono suena. El clon se despierta solo. Un desconocido le dice que sabe que estuvo averiguando sobre Tlomek, y que lo encuentre solo donde solía ser el laboratorio. Al principio el clon se niega, dice que está satisfecho con su vida como es. Pero la curiosidad le gana y se va, sin despertar a John. El hombre con quien se encuentra le dice que John tiene razón, que él es un clon. Y lo lleva al nuevo laboratorio, donde el clon ve varias replicas de sí mismo flotando en liquido amniótico. Asustado, el clon vuelve corriendo a la casa. En el laboratorio, el hombre habla por teléfono, comunica a alguien que el tema del clon está resuelto. El clon encuentra a John en la casa y le dice que no tiene otra que creerle. Y agarra la pistola. Le explica que lo que lo definía como persona eran sus errores. Gracias a los errores, el había podido adaptarse, cambiar. Si ellos eran falsos, todo era falso. John trata de convencerlo que juntos crearon una nueva persona distinta, pero real. John le confiesa que está enamorado. El clon lo mira a los ojos, llorando y se pega un tiro.